Los ligamentos, que unen las articulaciones, pierden elasticidad a medida que la persona envejece, haciendo que las articulaciones se vuelvan tensas o rígidas. Esta alteración se debe a cambios químicos en las proteínas que constituyen los ligamentos.
En consecuencia, la mayoría de las personas se vuelven menos flexibles a medida que envejecen. Los ligamentos suelen desgarrarse con mayor facilidad, y, cuando lo hacen, se curan más lentamente. Las personas mayores deben hacer revisar su plan de ejercicios a un entrenador o a un médico para evitar los ejercicios que puedan desgarrar los ligamentos.
A veces, el dolor causado por la artrosis no se puede aliviar con un simple analgésico, como el paracetamol (acetaminofeno). Pueden requerir analgésicos más potentes, tales como tramadol o, con muy poca frecuencia, opiáceos; no obstante, los médicos solo los prescriben en caso necesario, a fin de evitar problemas relacionados con los efectos secundarios y la posible adicción. Sin embargo, estos medicamentos pueden causar confusión en las personas mayores. Los antiinflamatorios no esteroideos (AINE) que se aplican con un ligero masaje sobre la piel de la articulación afectada pueden ser una mejor opción para las personas mayores. De este modo, la cantidad de AINE absorbida es menor que si se administra por vía oral, lo que minimiza el riesgo de efectos secundarios.
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