A medida que el trastorno va causando más síntomas, la articulación pierde movilidad y finalmente pierde la capacidad de estirarse y doblarse por completo. El nuevo crecimiento de hueso u otros tejidos puede agrandar las articulaciones. Las superficies irregulares de los cartílagos hacen que las articulaciones rechinen, chirríen y crujan al movilizarse, y se vuelven dolorosas a la palpación.
Las excrecencias óseas habitualmente se desarrollan en las articulaciones próximas a las puntas de los dedos. La artrosis de la mano puede incluir un aumento asintomático del tamaño de nódulos en la articulación interfalángica proximal (nódulos de Bouchard) o articulación interfalángica distal (nódulos de Heberden) o una angulación en estas articulaciones. Son frecuentes el dolor y la rigidez en estas articulaciones y en la base del pulgar.
Por lo general, no afecta a la muñeca (a menos que exista un traumatismo previo), y la afección de la articulación metacarpofalángica es mínima o nula a menos que el paciente tenga además una afección metabólica (p. ej., hemocromatosis).
La gota puede causar inflamación aguda de los nódulos de Heberden, que se describe con mayor frecuencia en mujeres posmenopáusicas que reciben tratamiento con diuréticos.
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